Una presentación abrazo. Abrazo a Mario Benedetti, abrazo a su humanidad y a sus sueños, un abrazo con tanta gente. Un abrazo al escritor enamorado de sus personajes, enamorado de la gente, enamora... (más información)
Si la vida fuera otra y la muerte llegase entonces, te amaría hoy, mañana… por siempre… todavía.
domingo, 24 de mayo de 2009
martes, 19 de mayo de 2009
Los poemas suelen ser papel mojado....
De Bohemia
Papel mojado...
PAPEL MOJADO Benedetti /Tania Libertad/ Serrat
Papel mojado...
Nos quedan sus libros, llenos de historias, sus personajes entrañables, su espíritu plasmado en palabras, las imágenes y metáforas. Escritos certeros que nunca transitarán el viaje inexorable hacia la muerte. Esta primavera se queda con una esquina rota y no habrá un cople capaz de repararla.
Mario Benedetti poeta de la resistencia, de América y del mundo entero
A muerto la pluma que cortaba el viento.
Mario del sur, del río, del mar
Mario de los sueños.
Tu pluma de amor estremeció al cielo.
Tu pluma que denuncia las injusticias
del hombre que no tiene sosiego,
se ha tomado un descanso,
que es un vuelo.
Tus ojos de niño, tu cara de abuelo.
Mario del mar, Mario del cielo.
Mario amigo, Mario compañero,
Mario que muestra lo que lleva adentro.
Tu pluma es un canto que lo lleva el viento.
Estás siempre allí, muy cerca del pueblo,
te leyeron miles siempre fuiste un ejemplo.
Mario Benedetti tu vida es ya un eterno recuerdo,
Una metáfora de lo que significa comprometerse
más allá de los miedos.
Mario, se ha detenido tu pluma de pétalos
y también de acero.
Hasta siempre poeta mayor de Montevideo.
Poeta de América y del mundo Entero.
Mario Benedetti
El escritor uruguayo :: Mario Benedetti murió a los 88 años tras haber alcanzado la plenitud en la vida y en la literatura, dijo a Efe Hortensia Campanella, autora de la biografía "Mario Benedetti. Un mito discretísimo" .
Exiliado durante la dictadura uruguaya (1973-1985), el escritor residió en Argentina, Perú, Cuba y España, regresó a Uruguay con la restauración democrática y desde entonces residió alternativamente en Madrid y Montevideo hasta la muerte de su esposa, Luz López Alegre, con quien contrajo matrimonio en 1946.
Campanella, directora del Centro Cultural de España en Montevideo, manifestó que el fallecimiento del poeta le apena "muchísimo", pues "aunque se va tras una vida plena, intensa y completa, uno no quiere que afectos como el suyo desaparezcan".
Según Campanella, "podemos estar contentos de que la obra de Benedetti llegó a su plenitud hace ya algún tiempo" y de que "tanta gente en el mundo puede admirarla y sentirse acompañada por sus versos y por sus palabras".
Campanella agregó que "aunque todas las personas son únicas, Benedetti ha acompañado a muchas generaciones y todas van a sentir el vacío de su muerte".
Exiliado durante la dictadura uruguaya (1973-1985), el escritor residió en Argentina, Perú, Cuba y España, regresó a Uruguay con la restauración democrática y desde entonces residió alternativamente en Madrid y Montevideo hasta la muerte de su esposa, Luz López Alegre, con quien contrajo matrimonio en 1946.
Campanella, directora del Centro Cultural de España en Montevideo, manifestó que el fallecimiento del poeta le apena "muchísimo", pues "aunque se va tras una vida plena, intensa y completa, uno no quiere que afectos como el suyo desaparezcan".
Según Campanella, "podemos estar contentos de que la obra de Benedetti llegó a su plenitud hace ya algún tiempo" y de que "tanta gente en el mundo puede admirarla y sentirse acompañada por sus versos y por sus palabras".
Campanella agregó que "aunque todas las personas son únicas, Benedetti ha acompañado a muchas generaciones y todas van a sentir el vacío de su muerte".
Benedetti, poeta, novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y crítico, fue el más prolífico exponente de la literatura uruguaya con títulos traducidos a varios idiomas.
En agosto de 2008 editó Testigo de uno mismo, escrito en verso, un libro más introspectivo y alejado de su habitual compromiso sociopolítico.
Actualmente trabajaba en el poemario Biografía para encontrarme, género con el que se sentía “más cómodo”, según confesó en una entrevista con la Asociación de la Prensa Extranjera en Uruguay. Autor de decenas de libros, Benedetti recibió numerosos premios literarios, entre los cuales el Premio Internacional Menéndez Pelayo en 2005, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1999 o el Premio Iberoamericano José Martí en 2001.
En sus novelas Benedetti exploró la naturaleza humana y retrató a la clase media, en particular a los burócratas, y en muchas ocasiones sin eludir ni disimular su compromiso político con los movimientos de izquierda.
Doctor honoris causa de universidades latinoamericanas y europeas, el fallecido escritor estudió en el Colegio Alemán y luego en un liceo público, terminando sus estudios secundarios en forma libre debido a las dificultades económicas de su familia, que le obligaron a trabajar desde los 14 años.
Su primer trabajo fue en una casa de repuestos para automóviles donde se desempeñó como cajero, contable y vendedor. En 1939 se trasladó a Buenos Aires y permaneció allí hasta 1941, cuando regresó a Montevideo para obtener un puesto de funcionario público.
En 1945, año en que editó su primer libro de poesía, La víspera indeleble, Benedetti se integró al semanario Marcha, del que fue director literario desde 1954 y donde escribió hasta 1974, cuando el periódico fue clausurado por el gobierno de facto de la época.
A partir de 1949 codirigió Número, una destacada revista literaria de la época. En 1964, cuando ya había publicado sus célebres Poemas de oficina (1956) y su primera novela, Quién de nosotros (1953), trabaja como crítico de teatro y codirector de una página literaria en un matutino y colaboraba como humorista en la revista Peloduro.
En ese entonces fue designado director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, en Montevideo.
Casi toda su obra poética está reunida en Inventario, libro publicado por primera vez en 1963 y reeditado en varias oportunidades. Entre sus novelas se destacan La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965), El cumpleaños de Juan Ángel (1971, escrita en verso), Primavera con una esquina rota (1982), La borra del café (1992) y Andamios (1996).
Además de escritor, Benedetti fue dirigente político del Movimiento 26 de Marzo, que fundó en 1971 junto con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, y fue representante en la Mesa Ejecutiva del Frente Amplio, actualmente en el gobierno.
Exiliado durante la dictadura uruguaya (1973-1985), el escritor residió en Argentina, Perú, Cuba y España, regresó a Uruguay con la restauración democrática y desde entonces residió alternativamente en Madrid y Montevideo hasta la muerte de su esposa, Luz López Alegre, con quien contrajo matrimonio en 1946.
Luz, a quien conocía de niña, fue su gran amor y compañera de vida. “Tardé seis años en decírselo y ella un minuto y medio en aceptarlo”, contó alguna vez Benedetti, quien además explicó que “casarse con alguien que lleva la luz y la alegría en su nombre parece una buena inversión”.
Tras el fallecimiento de su esposa en abril de 2006, Benedetti se instaló definitivamente en Montevideo, luego de donar parte de su biblioteca personal al Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti de la Universidad de Alicante (España).
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Si te quiero es porque sos…
Si te quiero es porque sos...
mi maestro. Aquel que me rescató, mi salvavidas, que me devolvió en un buzón de tiempo al mundo de las letras. Y que me hace recordar que quiero querer a alguien que sea mi amor, mi cómplice y todo, y que con los verdaderos compañeros se puede contar no hasta dos o hasta diez, sino aquellos que viven el “poder contar”. Que hay que ser feliz, aunque no se tenga permiso, porque esa es la mejor manera (o el mejor resultado) de no salvarse, aunque no lo crea todavía. Quien me enseñó a dar en ausencia de Dios (que no es mujer) todos los juramentos y las lluvias, a conjugar los hoyes, los mañanas y los ayeres, quien me ayudó a enfrentarme al espejo y firmar mi certificado de existencia.
mi maestro. Aquel que me rescató, mi salvavidas, que me devolvió en un buzón de tiempo al mundo de las letras. Y que me hace recordar que quiero querer a alguien que sea mi amor, mi cómplice y todo, y que con los verdaderos compañeros se puede contar no hasta dos o hasta diez, sino aquellos que viven el “poder contar”. Que hay que ser feliz, aunque no se tenga permiso, porque esa es la mejor manera (o el mejor resultado) de no salvarse, aunque no lo crea todavía. Quien me enseñó a dar en ausencia de Dios (que no es mujer) todos los juramentos y las lluvias, a conjugar los hoyes, los mañanas y los ayeres, quien me ayudó a enfrentarme al espejo y firmar mi certificado de existencia.
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...Mario Benedetti me tomó de la mano, se ahorró los adornos, las complicaciones, las figuras raras y me llenó de la cotidianeidad que me gusta, de la que vivo o de la que quiero. Me enseñó la poesía que me gusta llamar poesía. Me llenó los días, me recorrió las venas y me acompañó la vida, en verso y en prosa, me ayuda a regresar a tierra y a volar tan lejos como mi cabecita loca me lo permite… Lo único que quería, alguna vez, era un autógrafo suyo… tal vez el autógrafo me lo dio en el 2004, cuando me hizo regresar a la vida, pero ¿Qué le daría yo a cambio? Mi perpetua y rendida admiración no hubiesen alcanzado ni alcanzará nunca para decirle gracias, a ti que nunca te irás.
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